sábado, 9 de septiembre de 2017

Sedequías.

Hoy he encontrado en el libro de Ezequiel un claro ejemplo de lo que puede llegar a ser el humor negro, y además como autor al mismísimo Dios.

Cuenta en ese libro como el rey Sedequías huye de Jerusalén ante el asedio que sufre la ciudad por parte de los babilonios.

Pero Dios le va dando una de cal y otra de arena. Ezequiel había profetizado que el rey no vería la tierra de los caldeos, así que el apurado monarca se pondría en lo mejor, pensaría que la fuga tendría éxito y no sería llevado a Babilonia.

Pero como el hombre propone y Dios dispone, el fugitivo fue atrapado. Seguramente Sedequías volvería a recordar la profecía y se pondría en lo peor. Pensaría que los babilonios le darían matarile de inmediato y por tanto no vería Babilonia. La profecía se iba a cumplir sin remedio.

Pero es cierto que la profecía se cumplió, pero de ninguna de las maneras que el rey fue suponiendo.
Simplemente, muestra de humor negro sutil, los babilonios le sacaron los ojos al rey y a continuación fue llevado cautivo a la capital de Babilonia, así que de ninguna manera llegó a ver la tierra de los caldeos.